Los participantes en la Conferencia del Agua que se cerró este viernes en Nueva York prometieron 300.000 millones de dólares en los años venideros en proyectos de protección y sostenibilidad del agua, según desveló el presidente de la Asamblea General, Csaba Körösi.
En su intervención en la sesión de clausura de la conferencia, Körösi dijo sentirse «asombrado» por la solidaridad mostrada por los participantes, entre los que se han contado gobiernos (nacionales, regionales y locales), organismos multilaterales, instituciones financieras y varias ONG.
Sin embargo, Körösi no dio detalles sobre los diferentes proyectos y las cantidades prometidas, recordando además que los compromisos con que se cierra la conferencia (689 en total hasta esta tarde, aunque la lista sigue abierta hasta el 1 de mayo) no tienen carácter vinculante.
Uno de los pocos resultados tangibles del foro ha sido, como todo el mundo esperaba, el anuncio de una nueva figura de Enviado Especial para el Agua, cargo que dependerá del secretario general y cuya identidad por el momento se desconoce.
Un total de 149 países habían pedido que se formalizase esa figura, en el entendido de que solo un alto cargo dentro de la estructura de la ONU lograría coordinar a las diferentes agencias y divisiones de la organización para integrar el agua como un elemento fundamental en todos sus programas.
En la rueda de prensa diaria, el portavoz de la secretaría general Farhan Haq dio a entender hoy que era prematuro todavía pensar en quién podría ocupar ese cargo.
En su discurso de clausura, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que el agua a partir de ahora «debe figurar en el centro de la agenda política», porque se relaciona con cuestiones tan vitales y urgentes como la salud, la higiene, la paz, la lucha contra la pobreza y la creación de empleos; además, «el agua nos une a todos», enfatizó.
En este sentido, el agua «merece un lugar como un derecho humano fundamental», insistió.