Gino Lorenzini
A un año y medio de haber bajado obligadamente la cortina de su polémico negocio de alertas de cambio de fondos de pensiones, el ingeniero comercial asegura estar dedicado 100% a administrar su patrimonio, que según cálculos basados en lo que él mismo declaró hace dos años, rondaría al menos los US$2 millones. “Es una cifra menor”, responde desde la isla del Pacífico donde está instalado, sin dar más detalles. Dice que no volverá al país, ni a la política local: “Mi creatividad la haré explotar quizás a nivel de Elon Musk, en cualquier otro lugar con reglas claras, pero no generaré ingresos en Chile”.
Gino Lorenzini ya no tiene programas en redes sociales ni lo buscan de la TV para que vaya a hablar de las AFP, como antaño. Tampoco queda mucho de su interés por el sistema previsional ni la política chilena como cuando estaba en la cresta de la ola. Ahora vive con su familia en Hawái, desde donde dice que gestiona su propio patrimonio, después de haber pasado casi dos años entre Londres y Tahití.
Asegura que no piensa volver a Chile. Solo espera que la mayor de sus tres hijos termine el colegio para establecerse definitivamente fuera del país. “Estoy 100% focalizado en el desarrollo de fórmulas y gestión de mi patrimonio. Después de 10 años de hacerlo para Felices y Forrados (FyF), es un hábito diario que realizo, y que por suerte no me prohibió la ley anti FyF”, señala desde la isla del Pacífico.
Añade que está incubando a fuego lento tres ideas de negocios. “Explotarán cuando se gatille la oportunidad, pero quiero que sean globales y que nazcan en el extranjero. Mi creatividad la haré explotar quizás a nivel de Elon Musk, en cualquier otro país con reglas claras, pero no generaré ingresos en Chile”, sostiene.
En junio de 2021, cuando debió cerrar FyF, al no cumplir con los requerimientos de la nueva ley de asesores previsionales, Lorenzini habló con su familia y acordaron pasar otro tiempo largo afuera. Ya habían vivido en Londres entre 2019 y 2020. Entonces se trasladaron a Tahití y hace algunos meses llegaron a Hawái. Afirma que allá encontró la tranquilidad. “Hoy mi foco son el desarrollo integral y valórico de mis tres hijos, junto con la gestión de mis inversiones”, subraya.
Dice que Londres “es realmente la capital del mundo”, un gran lugar para vivir y aprender, y que allá sus hijos “pudieron desarrollar el acento británico e ir a una escuela pública de calidad”, mientras que en Tahití vivió y disfrutó el equilibrio de esa sociedad polinésica administrada por Francia. “Además, me reconecté con mi pasión por el bodyboarding, corriendo olas perfectas, pero peligrosas por el coral”, cuenta.
Mientras hoy su vida transcurre en el exterior, en Chile, el Tercer Juzgado de Policía Local de Las Condes ya tiene en redacción el fallo por la denuncia de publicidad engañosa que estampó en contra de FyF el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) en junio del 2021. Lorenzini jamás se presentó, dicen en el Sernac, aunque él asegura que sí lo hizo. En las redes sociales, en tanto, aún se pueden encontrar reclamos de afiliados cuyas recomendaciones no hicieron crecer sus ahorros. “¿Cómo puedo emprender si el Sernac sigue demandando a una empresa que terminó su giro en junio de 2021? La persecución política en Chile no ha terminado aún contra mi persona, a pesar de que cambió el gobierno de Piñera a Boric”, reclama al respecto.
Pero la justicia también le dio una buena noticia: a fines del año pasado, la Corte Suprema falló a su favor para evitar que isapre Banmédica le subiera su plan de salud. “Veo con preocupación que el clima de odio pueda hacer quebrar a las isapres, y eso significaría el colapso total del sistema, un Transantiago 100 veces más grande, porque es muy distinto demorarse horas en tomar una micro que perder la vida”, indica.
Lorenzini habló con Pulso a través de un cuestionario por escrito, donde criticó la reforma previsional que el gobierno ingresó al Congreso y reiteró su decisión de no volver a la política. “No he hablado con Franco Parisi, aunque me hubiese encantado hablar en persona de las diferencias que tuvimos”, comenta.
“Al principio no tenía plata para iniciar un emprendimiento y fui al cumpleaños de una amiga, me hice el loco con el regalo, pero con dos luquitas compré una caja de Ricolate. La vendí, todo tímido decía ‘oye, vendo Ricolate’. Se vendieron todos; esa plata la reinvertí, y el mayor capital era mi energía. ¿Y qué sucedió? Al mes terminé vendiendo un chocolate cada seis segundos. Trabajaba la media hora del recreo y ganaba $ 600 mil, con un capital inicial de dos lucas”. Así narró Gino Darío Lorenzini Barrios sus inicios vendiendo dulces en los recreos del colegio San Ignacio El Bosque, en cuarto medio. Desde kínder a primero medio estudió en el colegio San Luis de Antofagasta. Lo contó en un charla en esa ciudad, a fines de 2016, cuando ya era famoso en todo Chile. Y aunque con algunas diferencias, varias veces más ha vuelto a repetir esa historia.
Nacido y criado en esa ciudad, forma parte de una familia de clase media, descrita por él como austera y unida. Es el menor de los tres hijos de Virginia Barrios Alfaro y Héctor Lorenzini Basso, quien fue gerente general de FyF hasta 2020. De él heredó la costumbre de levantarse temprano y el interés por las finanzas.
Lorenzini y sus dos hermanos también son muy unidos. Roberto (47), quien es ingeniero civil industrial, es el más cercano a Gino. Trabajaron juntos en FyF y en la exportadora Chilesin. Se ven seguido y suelen hablar de negocios. Ambos son socios en la firma de seguridad Loba, donde también participa el padre.
Fabiola, la mayor (49) y única mujer del clan, es una de las socias principales del estudio de donde provienen los abogados que han representado a su hermano y sus negocios, en prácticamente todas sus peleas judiciales.
“Como en cualquier familia, nos llevamos muy bien con mis hermanos. Con Fabiola no tenemos negocios en común, porque ella tiene su propio estudio de abogados en Viña del Mar, y con Roberto somos socios en un par de sociedades. Los verdaderos pilares son nuestros padres, que nos dieron valores y habilidades tanto profesionales como humanas”, explica.
Ingeniero comercial de la Universidad Alberto Hurtado, uno de los primeros trabajos que Gino Lorenzini siempre recuerda fue su paso como administrador del supermercado Colón de Tocopilla, que después se vendió a Unimarc.
Allí conoció a su esposa, Ana María Vlahovic, con cuya familia también es muy cercano. Con su cónyuge fueron inicialmente socios en Felices y Forrados e invirtieron en el rubro inmobiliario.
Pero el negocio financiero es lo que siempre estuvo en su mira. Eso es lo que realmente le apasiona.
En 2008 tomó un magíster en Finanzas en la U. de Chile, donde se dedicó a estudiar la Bolsa y, especialmente, los vaivenes del mercado. De ahí sacó la idea para Felices y Forrados, cuyo despegue coincidió con la crisis subprime, los fuertes cuestionamientos que comenzó a recibir el sistema y el éxito de YouTube.
La idea era simple: aprovechar la posibilidad de que los afiliados se cambiaran de fondo para hacer una ganancia con los altibajos del mercado. Sonaba fácil. Pero la realidad demostró después que esa no era la gallina de los huevos de oro: los cambios no siempre generaron los retornos esperados; cuando los traspasos se hicieron masivos desestabilizaron el sistema financiero; subió el dólar y bajaron las acciones. El Fondo E, donde están las personas más cerca de jubilar, estuvo bajo asedio permanente. Así, la ganancia de unos fue la pérdida de otros, varios meses.
En el intertanto, Lorenzini se convirtió en una estrella de las redes sociales gracias al éxito de su canal de YouTube. Después vino el salto a la TV y hasta miró hacia a la Presidencia de la República.
Hoy dice que no extraña para nada FyF, pero que lo volvería a hacer todo tal cual. “Creo que todo fue perfecto, lo viviría mil veces. Fue una gloriosa batalla épica que una empresa, sin capital y sólo con estrategia, puso de rodillas por 10 años a los gobiernos de Bachelet y Piñera, al Banco Central y a todo el mercado financiero. Jugué al 100% de mis capacidades y las de mi equipo, por ende, no cometí errores”, señala.
Tras el cierre de FyF, algunos de sus extrabajadores cuentan que les costó encontrar nuevos empleos. Uno de ellos, que después fichó para una entidad educacional, asegura que todos sus contactos desaparecieron cuando el manto de dudas cayó sobre la firma. Pide reserva de su nombre para relatar que por recomendación de una excompañera de oficina eliminó de su perfil de LinkedIn su paso por la empresa de asesoría que estaba ubicada en el noveno piso de un edificio en Padre Mariano, en Providencia.
Este mismo excolaborador de FyF sostiene, en todo caso, que hay cifras para demostrar que las recomendaciones de Lorenzini sí les ganaron en rentabilidad al promedio del Fondo A (accionario) en la mayoría de los años hasta 2013. Pero que a medida que más personas se fueron sumando y siguiendo las alertas de cambio de fondo, el proceso de venta y compra de instrumentos financieros que debían hacer las AFP comenzó a comerse las ganancias de los afiliados y a destruir el valor de sus ahorros para la vejez.
El Banco Central (BC), en su Informe de Estabilidad Financiera (IEF) de principios de marzo de 2020, advirtió sobre el efecto que los traspasos estaban teniendo en el precio de los activos y pidió fiscalizar a las empresas de las recomendaciones.
Ese año, la alerta de FyF de entrar y salir reiteradamente del Fondo E (renta fija), que inicialmente fue muy rentable para algunos, terminó en puras pérdidas. La recomendación de dividir la plata en dos fondos también volatilizó los ahorros de varias personas.
En agosto de 2020, FyF hizo crujir al sistema financiero cuando solo en ese mes recomendó el día 6 pasarse a los fondos más riesgosos y el día 18 irse a los más conservadores. En total hubo 851.965 traspasos, algo fuera de cualquier lógica de ahorro previsional de largo plazo.
El BC apuntó que este tipo de asesores podrían tener conflictos de interés y contar con información que les pudiera permitir “anticipar movimientos en los precios de activos en los que pudieran tomar una posición propia o en interés de terceros relacionados”. Todos los ojos se volvieron sobre el patrimonio del asesor financiero estrella. En el mercado se rumoreaba hace años que el ingeniero comercial se estaba enriqueciendo con sus apuestas contra el peso.
En las oficinas de FyF más de una vez Lorenzini comentó que su primer millón de dólares lo hizo “viejo”: pasados los 30 años. Este año el asesor cumplirá 41 años.
En el mundo financiero, el primer millón de dólares es una meta común entre los ejecutivos jóvenes, una competencia silenciosa que muchas veces marca carreras en el sector.
Ahorrar por lo menos el 20% de los ingresos, ser independientes y aprender de los fracasos eran los tres consejos clave de Gino Lorenzini en sus tiempos de FyF. Los repetía en cada charla a la que era invitado y presentado como un “gurú” de los fondos de pensiones.
La oportunidad de conocer o aproximarse a su patrimonio se produjo entre 2020 y 2021, cuando Lorenzini intentó postular -fallidamente- a la Convención Constitucional y a la Presidencia de la República.
En sus declaraciones ante el Servicio Electoral (Servel) incluyó un departamento de $ 43 millones junto a su esposa, acciones de empresas cerradas como FyF, Loba Productos de Seguridad Spa, Happy and Loaded Spa, Usay Uknow Spa por $ 128 millones, además de casi $ 600 mil en acciones en cuatro AFP (Habitat, Cuprum, Planvital y Capital) y $ 20 millones en acciones en empresas tecnológicas extranjeras (Netflix, Amazon y Tesla). También consignó otros $ 42 millones en fondos estadounidenses.
Eso, sin considerar los ingresos producidos durante más de 10 años por la comunidad de entre 120 mil y 200 mil usuarios que religiosamente le estuvieron pagando $ 2 mil mensuales por las recomendaciones.
En mayo de 2020 declaró a Pulso que su patrimonio rondaría los $ 1.300 millones y que lo movía mediante su sociedad Migatte SpA, la cual fue creada en septiembre de 2019. Hoy dice que la cifra es menor: “Toda esa información está desactualizada. Es una cifra menor, pero tampoco te la puedo dar”, responde.
En el mercado se calcula que Lorenzini al menos estaría moviendo activos por unos US$ 2 millones de patrimonio propio, libre para invertir.
En 2012, cuando el regulador cerró -temporalmente- las operaciones de FyF por primera vez, sostuvo que había tenido que vender el único departamento que tenía, en Manuel Montt 275, propiedad que no figuraba en el detalle de sus declaraciones.
Según información del Diario Oficial, Lorenzini Barrios ha registrado un número considerable de sociedades y marcas, la mayoría relacionadas a temas financieros y previsionales. El 2022 mantuvo una larga pelea en el Inapi por el nombre Segurón, con el empresario Daniel Vargas, quien dijo a este medio que Lorenzini intentó bloquearle el negocio, retrasando su partida. Al final tuvo que modificar el nombre para poder empezar a operar. Sin embargo, el exasesor sostiene que lo que pasó fue que “alguien ahí está tratando de ‘avivarse’ y copiar nuestra marca. No es un registro de nosotros”, explica. Y desestima las versiones de que estaría por ingresar al negocio del corretaje de seguros, para ir ahora por la industria del ahorro previsional voluntario. De momento, los registros de la CMF ratifican su versión.
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