Las entradas, esas pequeñas delicias que se sirven antes del plato principal, juegan un papel fundamental en la gastronomía de todo el mundo. Desde simples aceitunas hasta elaboradas tapas, estas entradas no solo preparan el paladar, sino que también ofrecen una oportunidad para explorar una gama de sabores y texturas que enriquecen la experiencia culinaria.
En el ámbito internacional, la guía gastronómica Taste Atlas, reconocida por su enfoque en comidas tradicionales y locales, ha elaborado una lista con los 100 mejores aperitivos del mundo. Entre estos destacados, Argentina brilla con un representante único de su tradición culinaria: la provoleta.
Este plato, que es un clásico en los asados argentinos, consiste en un círculo de queso provolone que se cocina a la parrilla hasta que alcanza una textura dorada y burbujeante. La provoleta se sazona comúnmente con orégano y, en ocasiones, se le añade un toque de ají molido, logrando una combinación perfecta entre lo cremoso del queso y el sabor ahumado característico de la parrilla.
Lo que hace a la provoleta tan especial es su capacidad para resaltar la calidad de los ingredientes locales, en especial el queso provolone semiduro, que es ideal para este tipo de cocción. Además, su preparación sencilla pero efectiva refleja la esencia del asado argentino, donde la técnica y la tradición se unen para crear platos que son tanto simples como deliciosos.
Taste Atlas destaca que en Argentina, la provoleta se disfruta como una entrada antes de una comida, siendo uno de los elementos indispensables en cualquier asado. Este reconocimiento internacional subraya la importancia de este plato en la cultura gastronómica argentina y su capacidad para cautivar paladares en todo el mundo.