La simbólica apertura de las puertas y el oficio religioso posterior marcaron el retorno de Notre Dame al culto, en una ceremonia dominada por la emoción de su recuperación, el asombro por su recobrada belleza y el orgullo de Francia por mostrar su espléndido patrimonio y su capacidad para concluir el reto de su restauración.
El presidente francés, Emmanuel Macron, fue el encargado de dar la bienvenida a la mayor parte de los jefes de Estado y de Gobierno invitados.
Entre ellos al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, o al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Tampoco quisieron perderse la reapertura la esposa del todavía inquilino de la Casa Blanca, Jill Biden; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; el príncipe William de Gales o los reyes de los belgas, Felipe y Matilde.
Al margen de la política, en los bancos de la catedral también se sentaron, entre otros, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, y el de Francia, Bernard Arnault, líder del emporio LVMH.